22 agosto 2008

Informacion


El cigarrillo y la circulación coronaria

Las sustancias que componen un cigarrillo provocan muchas alteraciones en las arterias del corazón (coronarias) y las de todo el organismo. Sus efectos se manifiestan en forma aguda y crónica. En primer lugar el cigarrillo comienza dañando la alfombra que recubre las arterias (endotelio), como primer paso para el desarrollo de la aterosclerosis.

También la nicotina aumenta en forma temporaria la frecuencia cardíaca y la presión arterial y genera una mayor necesidad de oxígeno por parte del músculo cardíaco ya que tiene que trabajar en forma más forzada.

Por otra parte, el monóxido de carbono se une a la hemoglobina de la sangre desplazando al oxígeno y formando carboxihemoglobina. De esta manera no puede satisfacer esa mayor necesidad de oxígeno del corazón. Como el oxígeno es el "alimento" del músculo cardíaco, si no se recibe en la medida adecuada se pueden desencadenar accidentes que podrían ser graves (tal como un ataque cardíaco o una arritmia fatal o no).

La nicotina también actúa sobre elementos de la sangre llamados plaquetas que tienen una función importante en la coagulación. Provoca un aglutinamiento de las plaquetas con aumento de la formación de coágulos que hacen que la sangre esté más "espesa". En personas con algún grado de obstrucción de las arterias coronarias este efecto puede provocar el cierre de la arteria y generar un infarto. Una observación bastante frecuente es la de aquellos individuos que van a realizar algún deporte y fuman antes de comenzar. Este hecho genera un incremento sustancial en el riesgo de muerte súbita durante el deporte, ya que a la mayor demanda de oxígeno por el corazón (producto del esfuerzo que se está realizando) se suma la disminución del aporte de tal elemento por los mecanismos citados previamente.

Cigarrillo y presión arterial elevada

En aquellas personas que sufren de hipertensión arterial el cigarrillo aumenta el riesgo de padecer una hipertensión grave y también favorece la aparición de accidentes cerebrovasculares con las nefastas consecuencias para la vida de las personas (muerte, parálisis, alteraciones en las funciones mentales y en la palabra, imposibilidad de valerse por sus propios medios).

A estos peligros agudos hay que sumar el desarrollo de enfermedades crónicas de las arterias (aterosclerosis). El cigarrillo provoca modificaciones en la pared de las arterias que favorecen los depósitos de grasas y la ruptura de esas placas que llevan al sangrado y taponamiento de la arteria.

El colesterol elevado es uno de los factores de riesgo principales para estas obstrucciones crónicas de las arterias. El cigarrillo incrementa ese riesgo de manera considerable. Por otra parte, disminuye la proporción de las lipoproteínas de alta densidad (HDL o "colesterol bueno") y aumenta las de baja densidad (LDL o "colesterol malo").

Cigarrillo y enfermedad de las arterias periféricas:

La obstrucción de las arterias de las piernas provoca falta de llegada de sangre a los músculos y el resultado puede desencadenar desde dolores que impiden la marcha hasta la amputación de los miembros.

El cigarrillo es el principal factor de riesgo para el desarrollo de estas enfermedades. La mayoría de las personas que las padecen son fumadoras. La diabetes es también un factor de riesgo mayor para el taponamiento de estas arterias y los diabéticos que fuman incrementan ese riesgo en forma muy importante.

Para rescatar algo bueno en todo esto hay que pensar que la gente que deja de fumar a menudo reduce la severidad de la enfermedad y es probable que los síntomas vayan disminuyendo. Aún en los casos en que deba realizarse una cirugía para tratar esta enfermedad, aquellas personas que dejaron de fumar tienen un mejor resultado con la operación.

Cigarrillos con baja nicotina y bajo alquitrán

Ningún cigarrillo es seguro. No hay evidencias científicas que hayan demostrado que el consumo de estos cigarrillos no aumente el riesgo de enfermedad coronaria.

Muchos fumadores que adoptaron este tipo de cigarrillo fuman más y aspiran más profundamente el humo. Por otra parte, es necesario recordar que la nicotina no es el único elemento nocivo y el aspirar más profundamente puede incrementar el riesgo a través de esas sustancias.

DEJE DE FUMAR
No importa cuánto se haya fumado, siempre se está a tiempo para dejar. Pero cuanto antes se tome la decisión más beneficios se obtendrán. Lo importante es abandonar el hábito antes de que se declare la enfermedad.

Una persona que abandona el hábito de fumar reduce su riesgo de enfermedad cardíaca y a los tres años es posible que tenga el mismo riesgo que aquel que nunca fumó. Si se padeció una enfermedad cardíaca de origen coronario, el riesgo de tener un nuevo episodio es muy superior en las personas que siguen fumando. Dejar de fumar después de un infarto reducirá la posibilidad de un nuevo ataque.

No espere a sufrir un infarto para dejar. Abandone el hábito mientras todavía está sano.

Deje de fumar AHORA.

Fuente informacion: Fundación Favaloro