04 marzo 2009
¿EXISTE ENFOQUE DE GÉNERO EN TABAQUISMO?
La experiencia muestra que la cuando se asume que en un determinado campo no existe enfoque de género, lo que habitualmente ocurre es que inconscientemente predomina la visión o el sesgo natural de quienes han realizado el análisis; es decir, predomina el enfoque de género masculino .
Enfoque de género implica reconocer que, por las circunstancias que sean, varones y mujeres se ven afectados de una manera distinta -y consecuentemente reaccionan también de un modo diferente- por un determinado problema. En el campo sanitario el enfoque de género permite un mejor diagnóstico -y por ello un mejor abordaje- de las circunstancias concretas que afectan a la salud, a la enfermedad, a la manera de enfrentarse a ellas y a las consecuencias que de ellas se derivan. El enfoque de género es especialmente relevante en los trastornos conductuales (donde se encuadran las adicciones), ya que, sea por circunstancias genéticas, hormonales o ambientales, es en la conducta donde mayores diferencias se observan entre mujeres y varones.
Su razón de ser viene justificada por la presencia de realidades diferenciales, independientemente de las causas de éstas. Al igual que otros procesos, trastornos o enfermedades requieren un abordaje diferencial en virtud de la edad o de la pertenencia a diferentes culturas de las poblaciones, gran parte –si no, todas- realidades relacionadas con la salud requieren un abordaje de género específico, simplemente por razón de eficacia y para realizar las intervenciones de la manera más científica –más adecuada a la realidad- posible.
Los estudios sobre salud en general, o sobre adicciones en particular, se han hecho con un inconsciente enfoque de género masculino, que es el que ha predominado a lo largo del desarrollo científico del siglo XX. En parte, esto viene también justificado porque, históricamente, la mayor parte de adicciones –también el tabaquismo- han afectado mayoritariamente a varones.
Todos los métodos que han demostrado eficacia en la cesación tabáquica de varones, son también válidos para mujeres. Pero esto no quiere decir que sean igualmente válidos; quiere decir que con ellos se alcanza una eficacia superior al placebo. Al igual que los adolescentes pueden requerir, por su diferencia de edad y de expectativas, tratamientos especiales para su tabaquismo (a pesar de que en ellos también sean eficaces los recursos habituales), las mujeres -o determinados grupos de ellas- pueden requerir un abordaje más específico que tenga en cuenta sus necesidades y expectativas diferenciadas.
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