29 julio 2009

Las trampas de los programas de prevención: ¿Previenen el consumo en jóvenes?


Eliseo Santoro
¿Estuviste fumando otra vez?
Con ese olor no se te va a acercar ningún chico, afirma categórica Florencia, de unos 15 años, a su amiga, mientras se preparan para ir a bailar.

el Diarioline: http://www.eldiariodeparana.com.ar/textocomp.asp?id=174682


Acto seguido, una voz reza: podés hacer algo mejor que decirle a tu hija que deje de fumar. Decile que la onda es que use perfume. No olor a cigarrillo.
La escena, que recorrió todos los canales de la televisión abierta como el sistema por cable, representa el slogan de un spot publicitario de hace poco más de un mes diseñado para desalentar este habito entre los adolescentes, el grupo más vulnerable y que más daño sufre por el consumo de cigarrillos.
La campaña, que incluyó piezas gráficas, televisivas y radiales, fue realizada por el Consejo Publicitario Argentino y la Fundación Proyecto Padres.
Sin embargo, al leer la letra chica de la ficha técnica, se puede observar que entre los integrantes de la comisión de la campaña titulada “Menores sin Humo” se encuentran dos representantes de la empresa tabacalera Nobleza Piccardo.
Algunos podrán elogiar este acto de la industria, tan cuestionada por fomentar el tabaquismo en todos los grupos etarios, sin ningún recado, pero que ahora sale al frente en respuesta a esos reclamos.
Pero no es la lectura que deberían hacer, advierten desde la Alianza Libre de Humo Argentina (Aliar), formada por casi un centenar de ONG que luchan contra esta problemática y promueven ambientes 100 por ciento libres de humo de tabaco.
“Este tipo de programas no sólo son ineficaces sino que solamente benefician los negocios y la imagen de la industria, al tiempo que frenan políticas eficaces de control de tabaco”, sostiene Verónica Schoj, coordinadora nacional de la entidad.
En su análisis, Schoj evalúa que la pieza comunicacional “banaliza un grave problema de salud pública e intenta poner énfasis en la responsabilidad que los padres tienen en el consumo de tabaco de sus hijos, quitando el foco de la probada influencia que genera la industria tabacalera en el aumento del consumo de los jóvenes a través de su estrategia multimillonaria de publicidad”.
“Lo que las empresas buscan es limpiar su imagen en lugar de perseguir desterrar realmente el consumo entre los jóvenes. Y prueba de ello es que cuando miden los resultados de sus campañas, el foco siempre está en ver qué opina la gente de la empresa y no si realmente disminuyó la compra de cigarrillos entre los chicos”, añade Laura Itchart, responsable del área de Prensa de Aliar.
El tabaquismo ha sido señalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una de las principales pandemias que afectan a la humanidad y se espera que para el 2030 mueran cada año diez millones de personas a causa de esta adicción.
Existe abundante evidencia científica que demuestra que ninguna de las acciones que voluntariamente ha desarrollado esta industria en pos de prevenir el consumo de tabaco ha sido diseñada para proteger la salud pública, sino para proteger su negocio.
Las políticas de Responsabilidad Social Empresaria (RSE) que impulsaron -explica la coordinadora de Aliar- han probado ser estrategias para debilitar políticas públicas eficaces en la lucha contra el tabaco y mejorar su imagen corporativa.
Esta información proviene de los propios documentos internos de la industria tabacalera y ha sido publicada en numerosas investigaciones y reportes sanitarios, dice.
Es por ello que “los funcionarios políticos, los medios de comunicación y la opinión pública deben conocer y entender el verdadero significado de los programas de prevención del consumo de tabaco que impulsa la industria”.
Al tiempo que las ONG que trabajan por el futuro de los niños y niñas “deberían evitar ser cooptados por la industria tabacalera cuyo único propósito es preservar su negocio”, advierte Schoj en referencia a la Fundación Proyecto Padres, al frente de la campaña.

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