08 septiembre 2009
De qué nos enfermamos, de qué nos morimos
[19/08 | 19:44] La organización Mundial de la Salud (OMS) presentó sus Estadísticas Sanitarias Mundiales 2009.
En momentos en que gran parte del mundo –y en especial la Argentina– focaliza su atención en la pandemia del virus de la gripe A (H1N1), todos los días enferman y mueren cientos de miles de personas por enfermedades que, en varios casos, podrían evitarse. En este informe se transcriben los principales párrafos y cifras de los problemas sanitarios a nivel planetario.
En Estadísticas Sanitarias Mundiales 2009 figura la recopilación anual que la OMS prepara a partir de los datos recibidos de sus 193 Estados miembros. Este es un amplio resumen de la situación actual de la salud y los sistemas de salud a nivel nacional: mortalidad y carga de morbilidad, causas de muerte, enfermedades infecciosas notificadas, cobertura de los servicios de salud, factores de riesgo, recursos en los sistemas de salud, gasto en salud, inequidades, y estadísticas demográficas y socioeconómicas.
Resumen de la situación actual y las tendencias. La salud es un elemento esencial de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Su consecución no será posible sin avances en la seguridad alimentaria, la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer, la ampliación del acceso a la educación y una mejor gestión del medio ambiente.
A mitad del período comprendido entre 2000 y 2015, el análisis revela señales de progreso alentadoras, en particular por lo que se refiere a la salud infantil; señala que en algunas zonas deben mantenerse los actuales progresos, sobre todo en relación con el VIH/sida, la tuberculosis y el paludismo; e indica las esferas en las que apenas ha habido cambios, en particular la salud materna y neonatal.
Hay datos que demuestran que existen grandes diferencias en los progresos logrados según los países y regiones de que se trate, e incluso dentro de cada región país o región. Con la mirada puesta en 2015 y más allá, los problemas que generan los sistemas de salud débiles, la transición epidemiológica y las nuevas amenazas para la salud se harán cada vez más patentes.
Globalmente, la proporción de niños menores de cinco años que padecen desnutrición (de acuerdo con los Patrones de Crecimiento Infantil de la OMS) se redujo del 27% en 1990 al 20% en 2005. Sin embargo, el progreso ha sido desigual y se estima que 112 millones de niños tienen un peso inferior al normal. La desnutrición es una causa subyacente en más de un tercio de las defunciones infantiles.
Según las estimaciones, en 2007 hubo 9 millones de muertes infantiles, significativamente menos que la cifra de 12,5 millones estimada en 1990, y a lo largo de ese período la tasa de mortalidad de los niños menores de cinco años disminuyó un 27% y pasó a 67 por 1.000 nacidos vivos en 2007. El objetivo de reducir la mortalidad infantil depende cada vez más de la lucha contra la mortalidad neonatal; a nivel mundial, se estima que el 37% de las defunciones entre los niños menores de cinco años se producen en el primer mes de vida, la mayoría en la primera semana. Los países que logran menos progresos son generalmente los afectados por altos niveles de VIH/sida, dificultades económicas o conflictos.
Cabe atribuir una gran parte de los progresos logrados en la reducción de la mortalidad infantil al aumento de la cobertura de inmunización, del uso de terapias de rehidratación oral durante episodios de diarrea, del uso de mosquiteros tratados con insecticida, del acceso a los tratamientos combinados con artemisinina, a los esfuerzos para eliminar la morbilidad debida a la infección por Haemophilus influenzae de tipo B, y a la reducción de la incidencia de la morbilidad debido a la mejora del agua y del saneamiento. Sin embargo, dada la disponibilidad y utilización limitadas de las intervenciones de demostrada eficacia a nivel comunitario, la neumonía y la diarrea siguen matando cada año a 3,8 millones de niños menores de cinco años.
Cada año unas 536.000 mujeres mueren de complicaciones durante el embarazo o el parto, el 99% de ellas en países en desarrollo. La tasa mundial de mortalidad materna, de 400 defunciones maternas por 100.000 nacidos vivos en 2005, apenas ha cambiado desde 1990. La mayoría de las defunciones maternas se producen en la Región de África, donde la tasa de mortalidad materna es de 900 por 100.000 nacidos vivos, sin que se hayan registrado mejoras mensurables entre 1990 y 2005.
Los avances en la reducción de la mortalidad y morbilidad maternas dependen de la mejora del acceso a servicios de salud materna y reproductiva de calidad y la utilización de los mismos. La proporción de mujeres embarazadas en el mundo en desarrollo que tuvieron al menos una visita de atención prenatal aumentó de poco más de la mitad a principios del decenio de 1990 a casi las tres cuartas partes un decenio más tarde. Durante el período 2000-2008, el 65% de los partos a nivel mundial fueron asistidos por personal sanitario calificado, un 4% más que en 1990-1999.
A nivel mundial, la tasa de uso de anticonceptivos aumentó del 59% en 1990-1995 al 63% en 2000-2006. No obstante, en algunas regiones sigue siendo muy difícil reducir la considerable necesidad insatisfecha de planificación familiar y las altas tasas de fecundidad de las adolescentes. En todo el mundo hubo 48 nacimientos por cada 1.000 mujeres de edades entre los 15-19 años en 2006, lo que representa sólo una pequeña disminución con respecto a la tasa de 51 por 1.000 registrada en 2000.
Según las estimaciones, en 2006 había 3.300 millones de personas con riesgo de contraer paludismo.
De ellas, unos 1.200 millones pertenecían a la categoría de alto riesgo (vivían en zonas con más de un caso registrado de paludismo por cada 1.000 habitantes al año). Aunque todavía es demasiado pronto para registrar la evolución mundial en lo que se refiere al impacto, 27 países (cinco de ellos en África) han registrado menos casos de la enfermedad y/o de muertes como consecuencia de la enfermedad, hasta un 50% menos entre 1990 y 2006. La cobertura de las intervenciones para la prevención y el tratamiento del paludismo ha aumentado. La producción y el uso de mosquiteros tratados con insecticida han aumentado sustancialmente, aunque las metas mundiales todavía no se han alcanzado. En junio de 2008, todos los países y territorios con una alta carga de la enfermedad, excepto cuatro, habían adoptado el tratamiento combinado con artemisinina como tratamiento de primera línea contra el paludismo por Plasmodium falciparum, y se está intensificando el uso de tratamientos combinados.
La meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de detener y comenzar a reducir la incidencia de la tuberculosis se alcanzó a nivel mundial en 2004. Desde entonces, la tasa viene disminuyendo lentamente.
Las tasas de prevalencia de la tuberculosis y de mortalidad por tuberculosis por 100.000 habitantes disminuyeron de 296 en 1990 a 206 en 2007 para la primera, y de 28 en 1990 a 25 en 2006 para la segunda. Globalmente, la tasa de detección de la tuberculosis según el enfoque DOTS aumentó de un 11% estimado en 1995 a un 63% en 2007. La tasa de mejora en la detección se desaceleró después de 2004, principalmente como consecuencia de los éxitos logrados anteriormente en los países con mayor número de casos. Los datos relativos al porcentaje de éxitos terapéuticos según el enfoque DOTS indican mejoras sistemáticas, con tasas que aumentaron de 79% en 1990 a 85% en 2006. La tuberculosis multirresistente y la tuberculosis asociada al VIH plantean desafíos particulares en algunas regiones.
Nuevas estimaciones indican que 2,7 millones de personas se infectaron con el VIH durante 2007 y que se produjeron dos millones de defunciones relacionadas con el sida, lo que eleva el número total de personas que viven con el VIH a 33 millones. El porcentaje de adultos que viven con el VIH en todo el mundo se ha mantenido estable desde 2000. Ha aumentado el recurso a tratamientos antirretrovirales; en el transcurso de 2007 una cantidad adicional de un millón de personas que vivían con el VIH recibieron tratamiento antirretroviral. No obstante, pese a ello, de los 9,7 millones de personas de países en desarrollo que según se estima necesitan tratamiento, sólo 3 millones recibían las medicinas necesarias. Se han hecho progresos en la prevención, pero a fines de 2007 sólo el 33% de las mujeres infectadas por el VIH habían recibido medicamentos antirretrovirales para reducir el riesgo de transmisión de la madre al niño.
Se estima que 1.200 millones de personas están afectadas por las enfermedades tropicales desatendidas, las infecciones crónicas discapacitantes que prosperan en condiciones de empobrecimiento y sistemas sanitarios precarios. En 2007, 546 millones de personas recibieron tratamiento para prevenir la transmisión de la filariasis linfática. Sólo se registraron 9.585 casos de dracunculosis en los cinco países en los que la enfermedad es endémica, en comparación con la cifra estimada de 3,5 millones de casos registrados en 20 de esos países en 1985. La prevalencia mundial de la lepra a principios de 2008 era de 212.802 casos notificados, frente a 5,2 millones de casos en 1985.
La falta de agua potable y el saneamiento deficiente son importantes factores de riesgo de mortalidad y morbilidad, con inclusión de las enfermedades diarreicas, el cólera, la infestación verminosa y la hepatitis.
A nivel mundial, la proporción de la población con acceso a fuentes mejoradas de agua potable aumentó de 76% a 86% entre 1990 y 2006. Desde 1990, el número de personas en las regiones en desarrollo que utilizan instalaciones de saneamiento mejoradas se ha incrementado en 1.100 millones. Sin embargo, en 2006, en 54 países se informó que menos de la mitad de la población utilizaba servicios de saneamiento mejorados.
Aunque casi todos los países en desarrollo publican una lista de medicamentos esenciales, la disponibilidad de medicamentos en los servicios públicos de salud suele ser deficiente. Encuestas realizadas en unos 30 países en desarrollo indican que la disponibilidad de determinados medicamentos en los centros de salud era de sólo el 35% en el sector público y del 63% en el sector privado. La falta de medicamentos en el sector público obliga a los pacientes a comprar medicamentos en el ámbito privado. Sin embargo, en el sector privado, los medicamentos genéricos suelen venderse por varias veces su precio de referencia internacional, y por lo general las marcas de origen son todavía más caras.
Mortalidad y carga de morbilidad. Los indicadores obtenidos a partir de las tasas de mortalidad ofrecen un buen panorama de la salud de la población en general. Esos indicadores incluyen la mortalidad de lactantes y niños (la probabilidad de morir entre el nacimiento y el año y los 5 años de edad, respectivamente), la mortalidad de adultos (la probabilidad de morir entre los 15 y los 60 años de edad) y la esperanza de vida general al nacer.
Cerca del 20% de todas las defunciones son de niños menores de cinco años. La mortalidad neonatal (muertes durante los primeros 28 días de vida por cada 1.000 nacidos vivos) representa una gran proporción de las muertes infantiles en muchos países. Las tasas de mortalidad neonatal se consideran un indicador útil de la salud de la madre y el recién nacido en general y de la atención que reciben madres y lactantes.
Los países con baja esperanza de vida tienen invariablemente altos niveles de mortalidad infantil. Por ejemplo, en la Región de África de la OMS, la esperanza de vida al nacer se estimó en sólo 52 años en 2007, en comparación con los 76 años de la Región de América. La mortalidad infantil en ambas regiones fue de 145 por cada 1.000 nacidos vivos y de 19 por cada 1.000 nacidos vivos, respectivamente. En varios países africanos, los aumentos recientes de la supervivencia infantil no se han reflejado en una mayor esperanza de vida, ya que se han compensado con niveles más elevados de mortalidad de adultos a causa del VIH/sida y, en algunos países, de los conflictos.
Sin embargo, no basta únicamente con las estadísticas sobre mortalidad para describir, medir y comparar íntegramente la situación sanitaria de las poblaciones. Esto es así porque las tasas de mortalidad subestiman la carga de mala salud provocada por las enfermedades no transmisibles en los adultos al no ofrecer ninguna información sobre los resultados sanitarios no mortales. La pérdida de la capacidad visual y auditiva y los trastornos mentales son las causas más comunes de discapacidad en todo el mundo. Por consiguiente, una medida sumaria de la salud de la población tiene que incluir los resultados sanitarios tanto mortales como no mortales. Las estimaciones sobre la esperanza de vida reflejan el número de años que pueden vivir las personas. La esperanza de vida sana es una estimación del número de años que se puede vivir con “buena” salud.
Mortalidad y morbilidad por causas específicas. Seis de cada 10 muertes en el mundo se deben a afecciones no transmisibles; 3 a afecciones transmisibles o nutricionales; y una a traumatismos. Muchos países en desarrollo tienen pautas de mortalidad que reflejan niveles elevados de enfermedades infecciosas y el riesgo de defunción durante el embarazo y el parto, además de cánceres, enfermedades cardiovasculares y enfermedades respiratorias crónicas que provocan la mayoría de las muertes en el mundo desarrollado.
A escala mundial, las enfermedades transmisibles son causa del 51% de los años perdidos por muerte prematura, las enfermedades no transmisibles del 34% y los traumatismos del 14%. Sin embargo, hay muchas variaciones entre las distintas regiones. En los países de ingresos altos, las enfermedades transmisibles son causa únicamente del 8% de los años perdidos por muerte prematura, en comparación con el 68% de los países de ingresos bajos.
Mientras se estima que la prevalencia mundial de la tuberculosis disminuyó entre 1990 y 2007 debido a la mejora del tratamiento, la incidencia de la enfermedad aumentó en ese período, principalmente debido a su reaparición en la Región de África y la Región de Europa de la OMS.
La prevalencia de la infección por VIH es más elevada en la Región de África. Dos tercios del total mundial de 33 millones de personas con VIH viven en esa región.
Factores de riesgo. Ciertos factores de riesgo se asocian con el aumento de la mortalidad y morbilidad. Los riesgos prevenibles más comunes son los siguientes: prácticas deficientes de alimentación del lactante, insuficiencia ponderal del recién nacido, sobrepeso u obesidad, desnutrición infantil y materna, prácticas sexuales de riesgo, consumo de tabaco, uso nocivo del alcohol, agua insalubre y falta de saneamiento.
En conjunto, estos riesgos prevenibles son causa de más del 40% de los 58 millones de defunciones registradas y de un tercio de los años de vida sana perdidos cada año en todo el mundo.
Los lactantes exclusivamente amamantados durante los primeros seis meses se han incrementado en los últimos años, y la tasa es de cerca del 40% en los países en desarrollo. La insuficiencia ponderal es un factor importante de pronóstico de la salud y la supervivencia del recién nacido, y refleja la malnutrición materna, la mala salud y la sobrecarga de trabajo, y la atención de salud insuficiente durante el embarazo. Los países con la mayor incidencia de insuficiencia ponderal del recién nacido se encuentran en África o Asia Sudoriental, donde al menos el 22% de los lactantes se ven afectados.
El crecimiento infantil es el indicador de la situación nutricional más utilizado. Se dispone de menos datos sobre los niveles de obesidad en niños, pero en algunos países de la Región de Europa hasta el 20% de los niños padecen sobrepeso.
La prevalencia actual del consumo de tabaco es un factor importante de predicción de la carga de morbilidad de las enfermedades relacionadas con el tabaco en el futuro. En 36 países, más del 25% de los jóvenes fuma.
El uso nocivo del alcohol puede causar dependencia crónica, cirrosis hepática, cáncer y traumatismo agudo. De los 20 países con el mayor consumo de alcohol por habitante, 18 son europeos.
El abastecimiento de agua insalubre y el saneamiento e higiene insuficientes aumentan la transmisión de enfermedades diarreicas, esquistosomiasis, tracoma, hepatitis y cólera. Aunque en comparación con el año 2000 hay más personas en el mundo que tienen acceso a agua salubre y a un mejor saneamiento, el crecimiento rápido de la población ha obstaculizado las mejoras en muchos países.
Cerca de mil millones de personas siguen sin tener acceso a mejores fuentes de abastecimiento, la mitad de las cuales vive en la Región de África y la Región del Pacífico Occidental. Más de dos mil millones de personas carecen de saneamiento mejorado.
Personal sanitario, infraestructura, medicamentos esenciales. Los datos indican que, a nivel mundial, hay 13 médicos por cada 10.000 habitantes, con grandes variaciones entre países y regiones. En la Región de África sólo hay 2 médicos por cada 10.000 habitantes, frente a 32 en la Región de Europa. A nivel mundial, hay 28 enfermeras y parteras por cada 10.000 habitantes, desde tan sólo 11 por cada 10.000 en la Región de África hasta 79 en la Región de Europa.
Si bien no hay una regla de oro que permita evaluar la cantidad suficiente de personal sanitario, la OMS estima que los países con menos de 23 profesionales de atención de salud (incluidos únicamente médicos, enfermeras y parteras) por cada 10.000 habitantes, probablemente no alcancen las tasas de cobertura adecuadas para las intervenciones clave de atención primaria de salud que son prioritarias en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
No hay una norma general a escala mundial para evaluar la densidad de las camas hospitalarias en relación con el total de la población. En la Región de Europa hay 63 camas hospitalarias por cada 10.000 habitantes, frente a las 10 en la Región de África. En general, las estadísticas sobre la densidad de las camas hospitalarias proceden de registros administrativos sistemáticos, aunque en algunos entornos sólo se incluyen las camas del sector público.
En la mayoría de los países en desarrollo se dispone de muy pocos medicamentos, que los centros de salud pública suministran a bajo costo o de forma gratuita. En todas las regiones la disponibilidad mejora en el sector privado, y aun así puede seguir siendo escasa. Las encuestas realizadas en alrededor de 30 países en desarrollo indican que sólo el 35% de determinados medicamentos estaban disponibles en el sector público, y que el 63% lo estaban en el sector privado.
En este sector, los medicamentos son por término medio un 650% más caros que el precio de referencia internacional, mientras que en el sector público (donde los pacientes pagan los medicamentos) el costo medio es superior en un 250% al precio de referencia internacional.
Inequidades en salud. En general, la notificación mundial de los indicadores sanitarios se centra en promedios nacionales. Sin embargo, los datos sobre la distribución de la atención de salud dentro de los países y entre subgrupos de población son igualmente importantes. Esos datos ayudan a identificar las inequidades en la atención de salud, es decir, las diferencias injustas y evitables en la prestación, que se derivan de factores tales como el nivel socioeconómico (educación, ocupación y nivel de riqueza o ingresos de los hogares), la ubicación geográfica, el origen étnico y el sexo.
Los datos probatorios de 90 países que disponen de los datos necesarios muestran que en muchos países hay desigualdades significativas. Por ejemplo, en la mitad de los países, las tasas de mortalidad infantil son al menos 1,4 veces más altas en las zonas rurales que en las zonas urbanas, y al menos 1,9 veces más altas entre el 20% de los hogares más pobres que en el 20% de los hogares más ricos. En el 64% de los países, la proporción de partos atendidos por personal de salud calificado es al menos un 20% mayor en las zonas urbanas que en las rurales. Parece que la inequidad es menor por lo que respecta a la vacunación antisarampionosa; la diferencia entre las zonas urbanas y rurales es igual o mayor al 20% sólo en el 10% de los países.
Fuente: (veintitresinternacional)
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