03 mayo 2010
Esperanza Biologica Para el Cancer de Pulmon
En 2007, sólo diez países en el mundo contaban con leyes de espacios libres de humo, una cifra que se elevó a diecisiete en el 2008. Estos Estados son: Australia, Bután, Canadá, Colombia, Yibuti, Finlandia, Reino Unido, Guatemala, Guinea, Irán, Irlanda, Islas Mauricio, Nueva Zelanda, Panamá, Turquía, Uruguay y Zambia.
Eso significa que, en la actualidad, sólo el 5,4 por ciento de la población mundial vive en lugares donde existen leyes que prevén ambientes libres de humo de tabaco, según el segundo informe sobre la Epidemia Mundial del Tabaco publicado en diciembre ultimo por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los datos corresponden al 2008 y, a pesar de que la cifra es realmente baja, representa una mejora respecto al año anterior, cuando tan sólo el 3,1 por ciento de la población mundial estaba protegida por leyes antitabaco.
La OMS ha solicitado para 2010 que las naciones implementen los ambientes libres de humo de tabaco por la constatación de que la inhalación de humo por fumadores pasivos causa al año 600.000 muertes, y pérdidas económicas de más de 10.000 millones de dólares
El tabaco mata cada año a cinco millones de personas, lo que le convierte en la principal causa de muerte evitable en el mundo.
Los estudios de la OMS demuestran, además, que a menos que cambie radicalmente la tendencia, el tabaco matará en el año 2030 a más de ocho millones de personas en el planeta
Además de tener en cuenta las enfermedades crónicas respiratorias, la exposición al humo producido por fumadores y el historial familiar, los científicos identificaron dos secciones del genoma que parecían ofrecer la clave. El equipo de investigadores analizó entonces las cuarenta y cuatro alteraciones genéticas más habituales detectadas en la primera parte del estudio y las analizaron en otros dos grupos de no fumadores, a la mitad de los cuales se les había diagnosticado un cáncer de pulmón.
Los científicos detectaron la presencia de dos marcas genéticas en todos los casos, y un tercer estudio con 530 pacientes confirmó los resultados.
Un análisis más detallado indicó que esas dos secciones del genoma activaban y desactivaban el gen GPC5.
Otros tests realizados posteriormente mostraron que la actividad de ese gen era un 50 por ciento menor en el adenocarcinoma, la forma más habitual del cáncer de pulmón, que en el tejido pulmonar normal.
Terapia biológica
Los oncólogos, desde hace un lustro, consiguieron entender la razón por la que en uno de cada diez pacientes con cáncer pulmonar que empezaba a tratarse con una nueva terapia biológica, se conseguía una clara reducción del tamaño tumoral. Si bien la mayoría ampliaba unos meses su esperanza de vida, existía un grupo en el que la prolongación era claramente mayor. La explicación era la presencia de una mutación en el gen EGFR (Receptor del Factor de Crecimiento Epidérmico, en español).
Según el doctor Román Pérez Soler, jefe del Servicio de Oncología del Centro Médico Montefiore y de la Escuela de Medicina Albert Einstein, de Nueva York (Estados Unidos), desde el punto de vista genético no todos los tumores de pulmón son iguales.
“Entre los no fumadores, un 40 por ciento de pacientes presentan mutaciones del receptor EGFR y en ellos el uso de Erlotinib, un tratamiento biológico de administración oral, la eficacia de mejora o curación es mucho mayor”, dijo a Efe-Reportajes.
“También hay fumadores –añadió- que tienen la mutación, pero es bastante menos frecuente, únicamente en torno a un 3-4 por ciento. Sin embargo, aunque pueda parecer una cifra pequeña, supone muchas vidas que se benefician de la terapia dirigida, ya que hablamos de un tumor muy común. Sabemos asimismo que la mutación es más frecuente en mujeres, quizá porque hay menos cáncer ligado al tabaquismo en ellas, sobre todo en los países orientales”.
El EGFR es un receptor celular que desempeña un papel esencial en su desarrollo fisiológico. Existen distintos tipos de fármacos capaces de inhibir este receptor, pero se ha observado que las moléculas pequeñas, - inhibidores de la tirosinquinasa que pueden tomarse por vía oral-, logran alcanzar eficazmente la célula tumoral y bloquear la función del receptor.
“Fue sorprendente”, recuerda el investigador español afincado en Estados Unidos, “comprobar cómo los pacientes mutados que recibían esta medicación conseguían una reducción muy importante del tamaño tumoral. A raíz de esto, varios grupos de investigadores de Boston analizaron tejidos de dichos pacientes y comprobaron que el mayor beneficio se encontraba en aquellos casos en los que había una mutación del EGFR. Fue una suerte porque podía haber pasado lo contrario. Lo cierto es que los fármacos se habían desarrollado para tumores con el receptor no mutado”.
Se había descubierto, por tanto, que en las células de un carcinoma pulmonar había un talón de Aquiles sobre el cual se podía actuar.
“Fue pura casualidad. porque los fármacos se desarrollaron para bloquear el receptor normal y de pronto se vio que en un subgrupo, los mutados, Erlotinib reducía el tamaño del tumor hasta en un 70 por ciento de los pacientes, con desapariciones completas un 10-15 por ciento de los casos, aunque no fuera de forma definitiva”, subrayó Pérez Soler.
El recurso a ilustrar las cajetillas de tabaco con fotos de enfermos de cáncer como consecuencia del tabaco es cada vez más frecuente.
Mecanismos de resistencia
No obstante, el especialista explicó que, aunque la respuesta a este fármaco es muy alta, falta información relativa al impacto que su uso tendrá a largo plazo puesto que estos pacientes tienen ya la enfermedad avanzada y lo habitual es que el tumor acabe desarrollando mecanismos de resistencia que impiden la curación.
“Por eso un objetivo realista –resalta- es buscar cierta cronicidad en estos pacientes. Al final no se trata de erradicar todas las células tumorales, sino de modular las vías de crecimiento que dichas células están utilizando. Así, cuando busquen otra vía habrá que contar con otro fármaco capaz de bloquearla. Acabaremos intentando algo parecido a lo que se ha hecho con la infección del VIH: No se puede curar, pero sí tener bajo control”.
Con las terapias biológicas la oncología alcanza un nivel, terapéuticamente hablando, que Pérez Soler califica de “más civilizado”.
“La oncología nació porque era preciso que hubiera médicos que supieran manejar bien las quimioterapias, venenos capaces de matar tumores pero de uso muy nocivo. Ahora el arsenal disponible ha comenzado a incorporar fármacos más seguros. Tienen efectos secundarios pero éstos no son tan tóxicos, no existe el riesgo de muerte que puede asociarse a la quimioterapia. Son toxicidades tolerables y sólo en una minoría de pacientes habría que reducir la dosis o retirar el fármaco. Algunos experimentan una toxicidad cutánea, pero son pocos los casos en los que el paciente lo vive como algo realmente molesto”, añadió.
Francisco Galindo
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