03 mayo 2010
La buena comunicación con los padres ayuda a evitar que los adolescentes fumen
Fumen: http://salud.latam.msn.com/xl/latinoamerica/articulo_periodismo.aspx?cp-documentid=24061312
Una forma de evitar que los adolescentes fumen es hablar sana y regularmente con ellos. Se comprobó que los hijos de padres que conversan frecuentemente tienen un riesgo menor de adquirir este vicio.
Una forma de evitar que los adolescentes fumen podría consistir en hablar sanamente con ellos. Los hijos de padres que conversan frecuentemente de temas importantes podrían tener un riesgo menor de adquirir el vicio, concluyó un estudio realizado con 3.500 jóvenes.
"Este estudio sugiere que necesitamos tener una mayor conciencia del potencial que los padres tienen en las elecciones de sus hijos con respecto a fumar. Los padres deberían mejorar la calidad y frecuencia de la comunicación con sus hijos durante la adolescencia", afirmó James White, de la Universidad de Cardiff (Gales).
El tabaquismo es el nombre que recibe la adicción al tabaco, o más específicamente a uno de sus componentes que es la nicotina. Este hábito, que muchas veces se adopta durante la adolescencia, tiene muchos riesgos para la salud ya que afecta a casi todos los órganos del cuerpo humano.
El problema es tan serio que los países miembros de la Organización Mundial de la Salud firmaron un tratado global para el control del tabaco en 2003. Diversas campañas públicas fueron y son implementadas en todo el mundo para disminuir el número de personas que caen en esta adicción.
FUMAR AUMENTA EL RIESGO DE SUFRIR DIVERSOS TIPOS DE CÁNCER (especialmente de vejiga y de pulmón), patologías cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y cataratas. Los investigadores analizaron una forma muy sana de prevenir el desarrollo de esta peligrosa adicción en los adolescentes.
EL TABACO EN LOS CHICOS
White trabajó con 3.500 chicos de entre 11 y 15 años que nunca habían fumado al comenzar el estudio. A lo largo de la investigación, los autores analizaron la frecuencia con que hablaban con sus padres, las características de las peleas familiares y la cantidad de comidas que compartían juntos.
Después de tres años, White notó que los jóvenes que se comunicaban más y mejor con sus padres mostraron muchas menos posibilidades de fumar. Por el contrario, las peleas y el número de comidas juntos parecieron no tener influencia en el desarrollo del peligroso vicio.
"El impacto de los padres sobre los adolescentes es un tema muy poco investigado. Se necesitan muchos más estudios sobre esta cuestión", aconsejó White.
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